El privilegio de la vejez.
Hablar de la vejez, es hablar de un privilegio humano. El paso
cronológico del tiempo va de la mano con el tiempo biológico humano, ambos se
sitúan en procesos que van nutriendo de sabiduría a la vida humana; para
algunos son pocos los procesos que el tiempo permite conjugar con los verbos de
la vida; para otra minoría, los procesos son continuos y muchas veces
trascendentales: se vive tan a modo y tan acelerado que quienes gozan del
privilegio de la vejez, han pasado por desapercibida una historia que al final
de su proceso cronológico/biológico quedará marcada en la juventud cambiante,
que sin
pensarlo lucha por escribir su propia historia.
Si bien Gibran Jalil Gibran decía que el mundo le pertenece a los locos,
Gabriel García Márquez por su lado cita que: “Uno tiene la edad que siente, no
la que tiene.” Podemos concluir, pensando, claro que el mundo está hecho para
los filósofos locos que en su vejez aportan su conocimiento a la humanidad; si
de igual forma se cita pensando en la metáfora de que un vino es mejor cuando
le pasan los años, el espíritu humano se fortalece con el ir y venir de las
cuatro estaciones.
En no tan pocas palabras, (porque un espacio electrónico no basta para
resumir una vida) debemos considerar que la vejez es el primer gran paso para
ganar la inmortalidad entre los vivos, porque el miedo ya no causa júbilo,
porque ayer fue el mejor día para aprender a sentir el hoy, porque las
respuestas salen a la luz y son proyectadas por la sabiduría de quienes han
alcanzado el privilegio de comprender la delicada línea entre vivir y seguir
viviendo a través del tiempo.
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